MIÉRCOLES 15 DE AGOSTO DE 2019
SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
La liturgia de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada hacia la Virgen, a la que todas las generaciones llaman bienaventurada, porque el Poderoso hizo obras grandes por ella. esta antiquísima y querida solemnidad de la Virgen, que año tras año vuelve a alegrar el corazón de los creyentes, es una invitación a mirar hacia lo alto, a mirar a María glorificada también en su cuerpo, para que recuperemos el auténtico sentido de la existencia y nos animemos nuevamente a caminar con confianza por los caminos de la vida.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
María, en cuerpo y alma en el cielo, es una señal para nosotros de las maravillas que Dios ha de obrar en aquellos que creen y esperan en Él. Es una señal que nos llama a la actitud propia de la existencia cristiana: la esperanza, aún en medio de las dificultades de este mundo; que nos llama al compromiso, poniendo manos a la obra en el servicio a tantos hermanos que necesitan de nuestra presencia, de nuestra ayuda.
María es figura de la Iglesia porque dio a luz al que sería el rey de todos los pueblos. Su asunción es signo para toda la humanidad de la victoria de nuestro Dios sobre el mal, el pecado y la muerte
R. ¡De pie a tu derecha está la Reina, Señor!
Cristo es la primicia de los que resucitaron de entre los muertos. María, tan próxima a su Hijo, por su fe, por su divina maternidad, ha compartido ya también su victoria sobre la muerte
En el santo Evangelio cantamos juntos con María, la alabanza del Dios que salva, del Dios de los pobres y humildes
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Después de haber escuchado la Palabra de Dios y de guardarla en el corazón, oremos por intercesión de María, por todo aquello que Ella, glorificada en el cielo, desea para toda la humanidad.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"POR MARÍA, ESCÚCHANOS SEÑOR"
v Padre, para que la Iglesia y el Papa Francisco, siendo testimonio de pobreza y humildad, sea enaltecida por la fuerza de tu Espíritu, te pedimos...
v Para que podamos formar, junto a nuestro Obispo, una comunidad diocesana verdaderamente comprometida en el servicio a los hermanos, sobre todo a los más pobres y sufrientes, te pedimos...
v Por la paz en el mundo, para para que el Señor conceda a las poblaciones y gobernantes, la sabiduría y la fuerza necesarias para llevar adelante con determinación el camino de la paz, te pedimos....
v Para que nuestra Patria vuelva a ser tierra de María, en donde los hambrientos sean colmados de bienes, y los poderosos consideren que sus manos están vacías ante Dios, te pedimos...
v Para que todos los pobres, los humildes, encuentren en María la fortaleza en medio de sus necesidades, sabiendo que ellos son los bienaventurados de tu Reino, te pedimos...
v Para que todos los católicos, sabiendo que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido, nos renueve la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre, te pedimos...
CELEBRANTE:
Dios y Padre nuestro, escucha las plegarias y anhelos de tu pueblo que te suplica y concédenos ser, como María, servidores de los necesitados. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
En medio de un mundo que vive angustiado, los cristianos debemos ser un auténtica señal de esperanza; pongamos junto al pan y el vino nuestra disposición a serlo.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Como creyentes en Cristo resucitado, elevemos nuestra gozosa acción de gracias, porque María, primicia de la Iglesia gloriosa, comparte ya la Pascua del Señor.
COMUNIÓN:
Jesucristo, nacido de María Virgen, que murió y resucitó para darnos a todos la plenitud de la vida, es el verdadero Pan de Vida, el alimento que ahora es nuestra comunión con Él y con nuestros hermanos.
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